Qué apurada que dejé el trabajo, mi casa, mis blogs, y qué apurada me fui a la Montaña Azul.
Tenía en la mano el blackberry y mientras caminaba para subirme al avión escribía los últimos mails importantísimos, de vida o muerte.
Qué tranquila vuelvo a mi casa, a mis blogs, y el lunes a mi trabajo. El celular no sé ni donde está. Ningún mail es importantísimo y como dice Sifu Rama, “somos aves con dos alas, la una es la vida la otra es la muerte, entonces ¿por qué preocuparse?”
“… abrirnos a la apertura, dejar todo, soltarlo todo, y sonreír desde el corazón. Cuando nos hayamos vaciado por completo, el corazón comenzará a llenarse de plenitud.”
Siete días en la Montaña Azul que quiero llevarlos conmigo para siempre. “Sin intelectualizar, sin conceptualizar, sin tomar nota… cero mind”
Que las células memoricen las enseñanzas, y que al volver a Quito solo me lleve el aroma. Esa fue la consigna.
Sé que el cuerpo tiene memoria. Lo he vivido en carne propia como corredora. Necesito 22 días seguidos y entonces mis tejidos y mis huesos habrán asimilado el arte del chi kung Shaolín y el tai chi chuan. Y todavía me faltará un 99.9% que aprender.
Que la paz y el amor del Jardín sin Tiempo me acompañen 22 días, 22 meses y 22 años... Esa es mi oración a Dios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario