foto: con Diana Landi en El Cinto a 3.500mts de altura
Ayer fue un 28 de agosto iluminado por una media luna como queso. Más de 8000 corredores se calentaban en la noche de Quito para correr la sexta edición de la Ruta de las Iglesias. Qué buena carrera que es, y qué dura. Las cuestas del Centro Histórico te ‘costalean’ las piernas como les castigan a los toros antes de salir a la plaza. Solo que esto es voluntario. ¡Nos encanta sufrir!
Me di cuenta de que había olvidado el reloj mientras nos abríamos paso para llegar a la largada con mi hermana Tachi. La experiencia me dice que no hay para qué angustiarse si algo te falta el rato de partir: otras veces he olvidado vinchas, aspirina, gatorade, vaselina, y esta vez fue el reloj. Ya estás jugado, relájate y corre. En 10 km no se disfruta mucho porque la velocidad es dolorosa.
-¿Por dónde voy? Me preguntó un compañero novato. La primera vez en una carrera todo te cuestionas. Casi le digo: esto es como la vida, te toca ir solo.
-¿Dónde dejo el pantalón? Otro novato que llegó momentos antes de la largada. Todavía alcanzas a los buses de ropero. Y pensé: hay que viajar ligero.
La simplicidad del modelo del entrenamiento keniata se basa en el trabajo duro, y no tanto en la tecnología. Dice Terrence Mahon, entrenador del record estadounidense Ryan Hall, que no hay magia ni secreto en esto, pero nadie quiere oír que los campeones “entrenan de 4 a 6 horas diarias los 7 días de la semana 44 a 48 semanas al año. Solo la vida de un monje puede ser tan glamorosa.”
Cada carrera es un reto nuevo y una aventura que te llena de adrenalina. Con cero información de tiempo y velocidad, me embalé por las angostas calles coloniales y noté que esta vez había fluidez gracias a los corrales. Pocos desvíos y frenazos, el corazón en la mano para coronar la cuesta de la Manabí, y concentrarse en correr a todo pulmón. Hice 51:21, número 11 entre 263 de mi categoría. Para comparar, Diana Landi ganadora femenina hizo 35:44.
Los fuegos artificiales al final fueron el lenguaje para decirnos unos a otros: misión cumplida, alegría de vivir, todo está bien, super bien!
