Diogenes pugilator es el nombre científico del cangrejo ermitaño que vive en Galápagos. No sé la razón de ese nombre que recuerda más bien a un payaso boxeador, pero este animalito amenazado, carga su casa por la arena para entrar en esta cuando llega el agua o el viento… y se cree a salvo dentro del caparazón y con semejante nombre. ¡El pobre!
No sabe que el exterminador, el enemigo, el ser humano, es más fuerte y que su guante de box no le van a servir de nada cuando venga por él.
“Si no cuidamos la Madre Tierra no va a quedar nada para nuestros hijos”, dijo Bruno Zucon Rossa, antes de bailar capoeira en la casa de la Danza anoche.
¿Podemos hacer algo todavía?
Diogenes pugilator puede sobrevivir si tomamos decisiones “verdes” cada día. Leí en rodale.com la siguiente historia:
Conocí a Ernie cuando pedía al mesero ‘otra bebida sin sorbete’. Al poco rato volvió el mesero y le sirvió un vaso con sorbete. Ernie sonrió y se lo devolvió diciendo: 571.
Ernie me explicó que después de leer sobre el inmenso islote de plástico que se está formando en la mitad del Oceáno Pacífico y que los animales se comen por error ahogándose hasta morir, decidió cortar en su totalidad el uso de plástico. Ya ha rechazado 571 sorbetes. Cada día debemos tomar una decisión similar y ahorrarle el plástico a la Tierra. Estas cosas pequeñas sí importan, un sorbete importa aunque en mi pueblo me digan "Ernie sin sorbete".
“Lo que nos queda”, se titula el último libro de Jorge Anhalzer, y aunque es crudo el mensaje, tiene fotos de esperanza porque lo que queda del Ecuador, todavía libre de basura, contaminación, quema, derrame, explotación, urbanización agresiva, extracción, intervención, es verdaderamente hermoso.
