El domingo 6 de febrero me lesioné por tomar dos decisiones equivocadas en segundos desafortunados. Debí correr el sábado con mis compañeros pero me acosté tarde y pasé el entrenamiento al día siguiente… primera decisión. En vez de correr por el asfalto acepté ir por el campo… segunda decisión.
Era una mañana linda, había llovido la noche anterior y el aire tenía aroma de pinos, tilos, eucaliptos, cipreses, hierba, flores… ¡Riquísimo! Corrí 35 minutos por el “playón” de Lumbisí, subí por una cuesta y regresé. Bajaba con cuidado (¡en serio!) porque el trayecto era irregular y a pesar de eso pisé mal y me lesioné el tobillo. Al principio no me pareció mayor cosa, pero en seguida se hinchó y se puso rojo, luego azul y ahora morado. Esa es la mala noticia. La re-mala noticia es que fui imprudente y corrí así 9k en la ruta del Oro. El pie no ha mejorado, obviamente.
¡Cómo quisiera volver atrás y tomar las decisiones correctas! Pero no hay una segunda oportunidad ni vale la pena amargarse.
La buena noticia es que esta lesión se vuelve mi nuevo incentivo. Estaba con poca motivación para levantarme cada mañana. La meta de 21k mensuales en cada provincia es concreta y no es necesario correr cada día para cumplirla. El trabajo de coordinación del Reto sí es diario y bien esforzado.
Me encontré con una amiga ex corredora que me dijo: estaba caminando y les vi correr a tus compañeros y me dio una envidia. Le contesté ¡al menos tú puedes caminar!
Como dice Josh Cox, “agradece pero nunca te acomodes. Trabaja más duro, más largo, todavía no has dado tu 100%, puedes lograr más de lo que te imaginas”.
Yo estaba en un 70% voluntario, ahora estoy en cero y debo ir mejorando un 10% obligatorio cada semana.
Tengo un nuevo reto: curarme, correr cada día y entonces dar el 100%.
No hay comentarios:
Publicar un comentario