
El amor está en el aire, como dice la canción de John Paul Young. Mi papá a los 86 años ha decidido volverse a casar con una guapísima señora pocos años menor que él. Coincide con el matrimonio de mi hijo mayor, con la noticia de que mis sobrinos van a tener un bebé y con la primavera en Quito que se extiende hasta junio. Mi segundo hijo “el duro” está enamorado y yo como siempre sigo enamorada de la vida.
La perspectiva de vida y amor que mi papá nos ha dado con su noviazgo es infinita. Después de ser un marido buenísimo, dedicado a cuidar y mimar a mi mamá por 57 años creo que Dios dijo: “siervo bueno y fiel” es hora de que alguien te cuide y te mime.
El amor es todo, pues él era feliz con su recuerdo, -en sus palabras- y ahora es feliz con esta nueva realidad.
Hay un mensaje de esperanza en esta historia para todos los que están solos o mal acompañados. Aún para los enamorados es un hito difícil de superar, pues como dicen mis hijos: ¡el abuelo es un genio!
Para los que temen perder a su pareja por cualquier razón, quédense tranquilos porque se puede ser feliz con los recuerdos cuando éstos son buenos.
Los momentos vividos son nuestros.
La invitación es a entregarse y sentir.
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