
En la vida comunitaria la primera norma es la del silencio: en una casa donde se tenga que orar, ha de reinar el silencio y la contemplación.
Como reza el adagio: «El bien no hace ruido; el ruido no hace bien». Por esto, Cristo ordena a aquel espíritu maligno que calle -"Callate y sal de el." (Mc 1,21-28).
No hay comentarios:
Publicar un comentario