
Hoy nos acordamos con la Paula, mi súper amiga, de un recuerdo de la niñez: ir juntas a la visita al Santísimo.
Tal vez me sintió triste y como son las amigas: ¡me llamó!
Me invitó a una vigilia de oración por su cumpleaños. Qué original es esta loca.
Concreta y asertiva.
Es la mejor idea de cumpleaños que alguien puede tener.
Ella tiene una devoción anual: se desaparece del mundo y vive un día de “desierto” donde reza 2000 Avemarías. Eso representa 40 rosarios.
Lo máximo que he rezado son 3 rosarios en las Romerías que hacíamos de chicas. Bajábamos a Guápulo rezando un rosario, en el Santuario rezábamos otro y al regreso, cuesta arriba, jadeábamos el último rosario. La idea era pedir por alguien una decena. Para mí era perfecto porque tengo 10 hermanos, papá, mamá, 40 primos y tíos, y unas 20 amigas cercanas.
Aprendí a rezar el rosario en Santa María, la hacienda de mis papás. Rezábamos cada noche después de la merienda. A mí me daba pereza a veces y mi mamá me decía: aunque sea reza una decena. Con esa concesión me sentaba cerca de ella y… acababa rezando todo el rosario y las letanías que me encantaban. Son un mantra.
Mi primo Juanja vino a visitarnos una vez y de plano rechazó el rezo de la noche. Mi mamá le dijo la consabida frase: al menos reza una decena. Y él termino rezando todo. En las letanías le dije: este es el primero, faltan tres. El hereje casi se muere.
La Virgen le concede tres gracias a la Paula cuando reza las 2000 Avemarías.
Mi primer encuentro con Jesús fue durante una visita al Santísimo. Voy a volver para pedir al menos una gracia. Unita.
Foto: Jardín Botánico NY, Manuel Cobo