La segunda relación principal es la pareja
Fuente: cursos
Diego Galarza
Después de la primera relación que es la más importante, y
sin la cual nada está en orden, y que es contigo mismo, está la relación de
pareja. Esta tiene tres componentes:
- Es la más frágil
- Es la más intima
- Es la que amplifica los bienes, virtudes, y también los males, traumas, vicios tuyos y de tu pareja, los momentos en que los que su ego aparece.
Es la más intima porque nadie nunca sabrá lo que sabe la
pareja. Cuando retiras la visilla de tu armadura alcanzas a ver lo mejor de tu
pareja, pero también sus momentos más oscuros que ni su propia madre sabe, solo
tú.
Es como la esencia de la relación porque cuando estas recién
comenzando no sabes nada de esa persona, solo puedes ver sus momentos de luz,
son momentos cortos pues los encuentros son una o dos veces a la semana a lo
mucho. Solo cuando convives es que conoces las partes oscuras de esa persona.
Nos fue revelado desde épocas inmemoriales que un hombre o
mujer dejará a su padre y a su madre para unirse a su pareja. No hay ninguna
otra parte en la Biblia que diga eso respecto a otra relación o momento.
Si uno no está fuerte, si solo está el ego dominando sobre
el Ser, la relación con la pareja, que es la segunda más importante, se va a
deteriorar, se amplificará todo lo malo que estás viviendo. Porque no hay luz, y
no está el Ser fortalecido.
El Ser muestra al ego primero. El mal, sí el mal, se enfoca
en esa caída de un momento, en el temor,
en la debilidad, en el estrés.
Entonces la relación puede sufrir si uno de los dos no
reacciona. Cuando una pareja tiene una relación que no es pura, estará
revestida de envidia, de ira y vergüenza. Es decir si hay uno de estos tres
problemas, esa relación, o debes reinventarla o eliminarla. Sin embargo esas
tres situaciones del ego aparecen cuando el Ser (la primera relación y la más
importante) no está fuerte, no está en su lugar, no deja que su esencia sea el
Ser. No tiene el control.
Dios escribe –ya sea
a través de un consejero, una sesión de terapia, una revelación- con un lápiz
rudimentario, a veces torcido. Te da a leer primero el capítulo 1 del Génesis que
habla de la creación de la luz, la belleza,
la naturaleza… y cuando ha sembrado el camino de la belleza, te habla del versículo 17 “Quemar las naves”.
Quemar las naves: Lot y su
familia no sabían si estaba bien o mal su ciudad, Sodoma y Gomorra, pero obedecen a Dios y salen inmediatamente de allí. El
hecho de salir, dejar, alejarse y volar, es ya quemar todo y renovarse y eso
pasó en ese versículo. Eso ya es maravilloso, es animarse a dejar todo y
renovarse. Sin embargo una persona del grupo de Lot decidió parar y regresar a
ver. Se convirtió en una estatua de sal,
que significa inmovilidad.
Dios quiere que todos nos movamos, el mundo entero se
mueve. La estatua de sal es quedarse e inmovilizarse, dejar de actuar, de
producir, de dar frutos. La sal es, según los antiguos, símbolo de mala suerte.
Los creyentes dicen fue un castigo de Dios, y los no creyentes dicen, fue la
mala suerte. Simplemente no te movilizas y eso significa dejar de seguir
creando.
El Cruce de los Andes… tal vez sea una metáfora de lo dicho por Dios:
aléjate y anda a las montañas y estas te hablarán. Si vas al Cruce, deja todo y
deja que salga a flote el Ser.
Estamos de misión. Estas ya en el camino, ya verás por dónde
ir. Hoy no sabes. Solo sabes que es un viaje sin retorno.
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