Ofrecí a Dios el entrenamiento de la maratón y los
kilómetros duros por mi Manu. Por su presente y futuro.
Dediqué a mi papá los momentos alegres, hermosos y fáciles
de la maratón. Él es así de lindo.
¿Qué esperaba de la maratón? Mi ilusión era llegar a la
línea de partida llena de energía, dos cosas difíciles. Todo puede pasar antes
de una maratón.
Y luego, planeaba disfrutar de la carrera y si todo marchaba
bien, tratar de hacer menos de 3:34, mi mejor tiempo. La clave era confiar. Confiar
en mi entrenamiento, en las madrugadas de 5am con los de Chicago, en las largas
con los de Berlín, en los masajes y estiramientos, en el coctel de vitamina C,
en mi experiencia de 5 maratones anteriores, en mis motivos de inspiración…
¡Qué linda ciudad es Berlín! En cuanto llegué ya me
familiaricé con la “onda” que tienen los alemanes. ¡Me encantó!
Al día siguiente de llegados, nos entrevistaron en el
periódico Berliner Zeitung. El titular fue: 22 atletas maratonistas
ecuatorianos viajaron 10.000 kms desde Quito para correr Berlín. Con foto y todo.
Fast, flat and fun. ¡And furious! ¡Allá vamos!
La noche anterior estuve nerviosa mientras cosía el parche
de Ecuador en la camiseta. Cada maratón es diferente y en mi sexta, la vara
estaba más alta. La tranquilidad y el entusiasmo de la Bettina, la súper amiga
alemana/ecuatoriana que me recibió en su casa, me relajaron.
La vida te sonríe cuando vas con tus amigos. Aunque esta vez
no me acompañó uno de mis hijos o mi hermana, los amigos corredores se pasaron:
el Javier, el Fabián desde lejos, Patricio y sus consejos y buenas vibras, el
George y las apuestas, la Gabi como inspiración, la Sole mi zenzei y la célebre
Bettina, también maratonista.
Un café y una tostada de desayuno, verificar la vaselina y
los gels, y, caminar hasta la Puerta de Brandenburgo. Llegamos congelados a
dejar nuestra ropa. Nos quedamos solo con unas bolsas de plástico verdes que
nos dio la Bettina y nos ubicamos en el corral respectivo.
Yo fui al F que supuestamente apuntaba al 3:30, pero creo
que ahí hubo demasiada credibilidad en la organización porque no verificaron
que puedas correr a la velocidad que decías. Yo noté que los corredores del mío
no iban a un ritmo como para cumplir esa meta. Me tocó rebasar por la vereda o
haciendo zigzag hasta el kilómetro 20. Tal vez ahí perdí tiempo, o quizás fue
la solución para tener fuerza al final…
Algo que me encantó es que en el abastecimiento, además de
agua y gatorade, había té calientito, también plátanos y naranjas listos para
comer. La gente súper acogedora con el corredor.
La largada entre 35.500 corredores fue emocionante, tanto
que me saqué el plástico y fui saltando y gritando feliz. Oí el Himno pero no
el disparo. Tiergarden, el Ángel y la Puerta como escenarios. “You are the
fierce ones” decía un letrero y con esa energía me lancé al ruedo.
Hasta el kilómetro 10 seguía con frío pero eso era positivo
porque el calor no ayuda en nada al corredor. Temperatura de 13 grados, nivel
del mar y cielo totalmente despejado, las mejores condiciones para correr.
Había grupos de música a cada rato, eran excelentes en
especial los de percusión. Metían un ritmo contagioso para marcar el trote.
En eso me pasó aventando un corredor gigante, medio
desproporcionado. Decidí seguirle porque aunque se abría paso con dificultad yo
me colaba atrás. Fuimos así unos 8k pero en la media maratón se me perdió.
La experiencia te da confianza cuando ya estás en la cancha:
sabes que si vas a un mismo ritmo por 42 k no te pasa nada. Evitas la pared
(¿existe?) y adaptas tu cuerpo a ese movimiento armónico, paso a paso con soltura. El chi-running es
fundamental para tonificar el cuerpo cuando ya estás cansado porque corres con
una sensación de solo rozar el piso sin impactar las rodillas.
A ratos me cansaba y me pegaba un gel con agua o un poco de
gatorade. Creo que fue en los kms 10, 25 y 32 que tomé los gels.
Iba admirando ese trayecto tan lindo de parques, edificios y
barrios hermosos llenos de árboles. Pensaba que no mucho tiempo atrás Berlín
fue totalmente destruido por la guerra. Era increíble imaginar que había una
pared separando en dos partes la ciudad, como si un muro recorriera la 10 de
Agosto de Quito… Algo insólito. La Bettina me contaba que en Navidad prendían
miles de velas y cantaban villancicos para que alcanzaran a ver y oír sus
hermanos del otro lado del muro. Por eso tal vez la gente es amable y
descomplicada. Supongo que después de sufrir tanta pérdida, quieres vivir en
paz con las pequeñas alegrías de cada día. “Just be normal, that´s crazy
enough” dicen los alemanes, “Sólo sé normal, eso ya es suficientemente loco”.
En los 21k y 37k no le encontré a la Bettina. En los 25k no
le encontré a Ricardo Monroy. En conclusión: no resulta ponerse de acuerdo,
excepto que digas la hora aproximada pero también un punto concreto: debajo del
letrero tanto o en el monumento x. Si no, te pasas el kilómetro entero buscando
tu aguatero querido entre un sinfín de caras.
Como la maratón de Berlín era un premio por cumplir el
Reto21x24, me metí en la
cabeza que los primeros 21k eran en Morona Santiago, y los 21k restantes en El
Oro. No sé porqué se me vinieron estas
dos provincias, porque mi plan era recordar cada una de las 24 provincias que
corrí con gente de primera. Estaba en el km 35 y El Oro se me hacía difícil.
Pensaba que solo faltaban 7k y que en esa provincia corrí de Jumón a Puerto
Pitahaya con el tobillo lesionado por 9k hasta que me tuvieron que subir a la
camioneta escoba. 7k eran pan comido.
Esos ratos me cuestionaba si era necesario correr estas
carreras, que cuál era el beneficio para
el mundo. Entonces me acordaba que la guerra solo trae muerte y destrucción y
que correr trae alegrías, salud, amigos. Que es una batalla diferente que sí
vale la pena.
Con estos pensamientos sombríos me pegué el gel y por algo
existe el carbohidrato ya que enseguida me llené de ganas y pasé con ñeque la
embajada de Ecuador donde por cierto no hubo nadie para alentarnos. Luego pasé
Nollendorfplatz (mi barrio), Postdamer Str. Y pude ver Brandenburger Tor. Allá
estaba la Puerta. Cada vez que pasas tienes que pedir un deseo, así que pedí
algo grande. Y creí que ya llegaba… busqué el rótulo de llegada, las cámaras, los
gritos, ¡¡y nada!!
A lo leeejos ví la la
llegada. Último esfuerzo, ¡vamos!
3:39:23 paré el reloj, recibí la medalla y la manta térmica
y me fui feliz a las duchen ¡¡!!
Agradecí a Dios por el privilegio de correr y vivir feliz.
La maratón me enseñó eso: inmenso agradecimiento.
Domingo 30 de septiembre de 2012, maratón de Berlín. ¡Solo
me falta Londres para completar las 5 mayores del mundo!