La historia de Micah True, Caballo Blanco
“Beauty before me as I run, beauty behind me as I run, beauty below me as I run, beauty above me as I run, beauty beside me as I run, beauty within me as I run. I see beauty all around…” Micah True
Antes de correr la Últimas 15k
leí la historia de Caballo Blanco en un artículo de NY Times que me mandó un
amigo corredor. Describir en una línea a
este corredor de ultramaratones de montaña, es difícil. Correr era su pasión y
tal vez su adicción. No le importaban los tiempos sino el paisaje. Corría en la
mañana, trabajaba con su camión de mudanzas y volvía a correr. Hacía 170 millas
a la semana.
Su amigo Dan Bowers contaba que
corrían de madrugada, luego comían hasta quedar llenos y entonces Micah le
decía: ¿quieres hacer otros 10?
Micah True salió de la casa de
sus padres para vivir de manera simple, sin electricidad ni internet, la mayor
parte del tiempo en una carpa en las montañas de Boulder Colorado, en New
Mexico, Guatemala –donde los niños le bautizaron “el Caballo Blanco”- y en México.
Hacía mudanzas con su camioneta modelo 1987 para tener con qué vivir.
En una carrera en las Rockies
conoce a un grupo de corredores mexicanos de baja estatura, algunos ancianos. Vestidos
con blusas flojas, faldas y sandalias, ellos arrancaron atrás del pelotón las
primeras 40 millas. Luego, sin mayor esfuerzo fueron pasando a los demás
corredores para llegar en los primeros lugares. Eran los Rarámuri. ¿Cuál era su
secreto de locomoción? No había secreto, ellos simplemente retuvieron la
“memoria genética celular” que la mayoría de humanos la ha olvidado.
En palabras de Micah: “Correr
fue esencial para la experiencia humana. La mayor parte de la gente no le da
esa importancia. Correr no era solamente un esfuerzo cardiovascular mayor; era
un arte ancestral, parte del registro genético de la humanidad. Los humanos
sobrevivieron en el tiempo geológico porque tenían la resistencia para
perseguir animales hasta que éstos caían exhaustos.”
“Cada uno de nosotros era un corredor de larga
distancia” –dice Micah True, Caballo
Blanco.
Micah se obsesionó con los
Rarámuri y se fue a vivir junto a ellos, como un estudiante de su forma de
vida. Como ellos, comenzó a correr con sandalias, comiendo tortillas y pinol.
Trotando por los senderos como un cazador Neolítico, hacía “meditación móvil”.
Su motto era “corre libre”.
Para transmitir esta pasión y
revivir el arte de correr, y de paso ayudar a los Rarámuri, organizó la Copper Canyon Ultra Marathon . Un hombre que no
utilizaba electricidad tuvo que aprender a manejar el internet, y lo hizo muy
bien. En poco tiempo era fanático del Facebook y pasaba horas contestando
mails. También entregaba a trote volantes de la carrera. El día en cuestión,
llegaron solo 7 corredores.
El escritor Christopher McDougall
fue uno de los participantes. En ese entonces hacía un libro sobre
ultramaratonistas. Fue en busca “del ‘fantasma’ Caballo blanco, que parecía ser
‘un fantasma entre fantasmas’.” Cuando lo conoce, decide escribir el más tarde
best-seller, Born to Run.
Para el 2012, la Copper Canyon
Ultra Marathon tiene más de 500 participantes, sus premios son en dinero y en
quintales de maíz. El sueño de True se cumple. “Caballo blanco no es un héroe. No es gran cosa. Solo un Caballo de diferente color
bailando al ritmo de un tambor de paz que quiere ayudar a marcar la diferencia
en algunas vidas.”
Un día de marzo 2012 salió de la
casa de su amigo en New Mexico después de desayunar blueberry muffins, dejó a
su perro porque el trote del día anterior le había lastimado las patas, y se
metió a los bosques y cañones a correr. Fue el último trote de su vida.
Su muerte fue perfecta:
estaba corriendo maravillado como siempre entre las montañas, y sufrió un
infarto. En el duelo, su esposa María, los amigos que lo encontraron, los
Rarámuri y ‘Los Más locos’, tomaron cerveza, contaron sus historias y durmieron
en carpa bajo las estrellas.
Fuente: Barry Bearak, NY Times. Foto de Runner's World Magazine
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