Cuando tenía 15 años pensaba lo horrible que debía ser tener 24. Era la vejez sumada al matrimonio y a los hijos. Pero cuando cumplí 27 años me acuerdo que sentí una plenitud, decía: “no quiero pasar de esta edad, ¡es la mejor!” Ya tenía 2 bebés hermosos y estaba satisfecha con mi vida, mi trabajo y mi situación cronológica.
Imaginaba que los 30 debían ser espantosos aunque ya oía a personas ‘mayores’ de esa edad que no la pasaban tan mal. Aquí un paréntesis: Un corredor brasilero me dijo en el kilómetro 30 de una maratón: “a los 30 comienza la vida.” Luego entendí a qué se refería.
Tendría unos 35 años cuando le oí a una chica de 24 que decía: ella es una treintona. Sonó a antigüedad, pero no me afectó, me sentía feliz en esa edad ideal, había superado la inseguridad de la adolescencia y el estrés de “quiero tener éxito” y mis hijos eran más grandes por lo que había más tiempo para mis proyectos.
Durante la etapa de los 40 un amigo me dijo: te acuerdas cuando trabajábamos juntos, tú eras una joven de 30 años. Me di cuenta de que a los 50 seguramente iba a pensar en lo joven que era al tener 40… y ya los tenía… y así sucesivamente.
Todo este periplo vivido solo me confirmó que la edad es relativa y que siempre eres más joven que los mayores y más joven que ti mismo después de unos años. Que este rato es el mejor momento para vivir.
No sé qué vendrá después de los 50, pero mi cuñado que cumplió 60 dice que siente que tiene 2 veces 30, lo cual en brasilero significa que comienza la vida dos veces.
Mi papá se casó de 87 años con una dama de 84, y son felices y jóvenes!
No sé qué vendrá después pero todo ha estado tan bien, Dios hizo tantas cosas maravillosas en mi vida, que seguro que lo que me espera va a ser cada vez mejor.
foto: la magnolia que veo desde mi ventana, con abejas, insectos que están desapareciendo
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