Hoy subía a Quito con la sensación de un lunes diferente, con la ausencia, la pereza y un dolor de barriga por algo que comí, y de pronto pensé en lo difícil que iba a ser este lunes para la esposa del señor que mataron el viernes. No le conocía de cerca, era corredor, papá de dos niñitas, un ejecutivo trabajador y valioso. Al enterarme el viernes de noche me dije: a Dios gracias que no le conozco, no quiero oír malas noticias. Pero me llamaron a cantar en la misa y fui porque hay que apoyar en esos momentos. La gente conversaba de él y todos decían que era una persona muy querida, que no hay muerto malo pero que él era especial. Unas cuantas personas me dijeron que era uno de sus mejores amigos. Una chica me dijo: era mi mejor amigo.
La razón del crimen: dinero. Maldad…
La actitud de todos: consternación, deseo de justicia, dolor.
La actitud de todos: consternación, deseo de justicia, dolor.
Nadie quería moverse cuando terminó la misa. Cantamos 3 canciones al final y nadie se movía. No le querían dejar ir. Era demasiado pronto.
Salí del cementerio como si le hubiera conocido toda la vida. Qué linda persona, qué alegre, generoso, divertido, lleno de ilusiones y proyectos.
Hoy toca rezar, pero mañana… ¿vamos a hacer justicia? El padre Roberto dijo: los buenos somos más. Somos como las ovejas, que sobreviven si se unen contra el lobo rapaz. Tenemos que permanecer unidos. Unidos, no indiferentes.
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