LONGEVOS FELICES

Pepe decía que en buena hora se acordó de su firma, aunque no la vio. Perdió la vista hace unos años cuando iba a cumplir los 85 años. Es uno de los mejores amigos de mi papá y su testigo de matrimonio. Mientras el nonagenario contaba esto, pasó a su lado Patricio, otro gran amigo a quien llamó con un grito de guerra de su antigua jorga. El no le oyó. Pepe dijo: es que éste está sordo. El longevo es mi viejo, que se casó ayer con Isabel, de 84 años. Es una señora llena de vida, que tomó, fumó y cantó en el coctel mientras su flamante esposo le tenía de la mano con admiración.

‘La contraparte’, como yo les digo a mis hermanastros, está formada por tres mujeres y dos hombres más su prole de 40. Nosotros somos diez hermanos y en total 50. La familia extendida está llena de primos y sobrinos de lado y lado, y están los amigos de cada uno y los que comparten entre los dos. En conclusión tenemos un nuevo mundo que conocer y el tiempo no alcanza para tanta novedad. La sobrina Pilar, que presta la casa para la recepción del próximo sábado, dice que es el matrimonio del siglo XXI. Su esposo habla de que ya no hay pretextos para ser felices después de esta muestra de amor y vida. El juez que les casó por lo civil dijo que suele dar consejos en esta situación, pero que esta vez pide ser aconsejado. La cantante del dúo de músicos que prendió la fiesta dijo que no hay edad para el amor y su acompañante quería quedarse toda la noche porque dijo estar inspirado. Un cura amigo concluyó su sermón diciendo que nuestra obligación es ser felices.
Esto es un acierto nos repitió la esposa de Patricio, otra longeva muy guapa, mientras le preguntaban a Pilar, esposa de Pepe, si sospecha con quién se casará él cuando ella muera. La pobre se quedó fría y dudosa porque es mucho menor que su marido.

Es un acontecimiento increíble, que según una amiga, es otra muestra de la santidad de mi papá por su deseo de servir y cuidar a los demás. Y como dijo Carlos, hijo mayor de Isabel, sucede cuando alguien ha sido inmensamente feliz en su primer matrimonio, entonces puede seguir haciendo feliz a alguien más.

Mi papá solo nos ha dado alegrías. Todavía trabaja y se basta a sí mismo para cubrir la vida austera, casi espartana que lleva. Cada navidad trae un pavo y cada semana una palanqueta de pan integral para el desayuno que compartimos para poder vernos. Conoce de memoria en qué anda cada nieto y les aporta con ideas y soluciones. Con su incansable actividad, vocación de servicio, capacidad de hacer amigos, o con su manera recogida y sincera de participar en la Misa diaria, nos da ejemplo de vida.

Ahora quema las naves y se va a vivir a Quito con su nueva esposa. ¿Qué pasará de aquí en adelante? Con él nada está dicho. Superó todas las probabilidades, expectativas, certezas y destinos.