Si no trazo el mapa, me pierdo. Primera regla de sobrevivencia. Claro que puedo dar giros en el camino, pero con un norte para no dejarme envolver por la locura del día a día.
Para comenzar hay que planear en base a valores de largo plazo, dice Franklin Covey. La vida es acerca de relaciones y las relaciones se fundamentan en la confianza. Pero comenzando con uno mismo: ser confiable.
Ser afectiva, no efectiva. Se es efectivo con las cosas no con las personas.
“Con la mente y el corazón abiertos, podemos sentir la caricia de lo desconocido.-” Dice Sifu Rama en su libro La Fuerza Serena. “Usted puede solamente existir, o puede tomar la decisión de que además, va a vivir.”
Atreverse.
Atreverse con ayuda de “motivadores” como las endorfinas del deporte que son una droga legal. Dormir y comer bien. Leer y escribir.
Y como norte principal: ir al cielo. Un poema sufí refiere al corredor como el buscador de la luz, o lo que es lo mismo, el buscador de Dios. Al correr cumplo con ese requerimiento. “Dios nos hizo tan vulnerables a su mirar, que solo podemos sentirlo.” Dice Hans en su libro Maratón, cuando está en el éxtasis del kilómetro 30. Estas dos frases me confirman que correr no es tiempo perdido ni es una manera superficial de vivir la vida.
Yo, que vivo enamorada, presiento lo que será ver a Dios. Su mirada cada día, cada minuto supera todas las expectativas. Tan solo sentir su presencia cerca, será “estar en el cielo”.
Posible ruta:
1. Matrimonio del Pancho en Argentina: cumplir checklist y disfrutar al máximo.
2. Avances macro en mi trabajo.
3. Cross training delicioso en temporada baja: taichí, nadar, pesas, caminar, ciclear.
4. Al cielo, juntos.
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